Ayer mientras la sangre brotaba de mi dedo y sentía los latidos de un animal furioso cuya vida se va apagando, recordé al inolvidable Papelucho de Marcela Paz.
El día en que se dió tremendo martillazo en uno de sus dedos, cuenta que sentía los latidos de su dedo, hasta que llegó el momento en que el dedo calló.
Papelucho creyó lo peor. Su dedo había muerto y había que darle un digno entierro. Se atormentaba con la idea de contarles a sus padres que su dedo había muerto. ¿Cómo enfrentar la muerte de un dedo?
Habrán pasado ya unos 30 años desde que leí ese drama infantil y lo reviví gracias a un absurdo corte en el dedo en un día resacoso, pero que valió la pena para recordar a la gran Marcela Paz y su entrañable Papelucho.
Wi-la
...yo tambien me suelo acordar de el super papelucho...cuando se manchaba el pantalon con una mancha de aceite y para arreglarlo metía el pantalon entero...buena wi-la...
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