«Aquel hombre quiso convertirse en pez para bucear por los procelosos
recovecos de las profundidades de tus sentimientos... Aprendió
a navegar por el interior de tus cavernas, pero descubrió que nunca más
podría emerger de los laberintos que escondían.
Cuando las agallas brotaron en su cuello, sintió que su piel estaba
perdiendo la capacidad de sentir el calor de tu piel y que nunca lograría
encontrar la salida de tus sentidos ni la entrada a tus misterios».
Javier Herrero
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario