Aislar al iniciado.
Debe mantener su mano sumergida en crema negra de ictiol durante una semana.
En ese tiempo, la espalda debe estar cubierta de cataplasmas de grasa de oca y ortigas finamente picadas.
La planta del pie izquierdo debe tocar una superficie de agua caliente.
La planta del pie derecho una superficie de agua helada.
Pasados tres días, los pies cambian de posición.
Su rostro recibirá un aire caliente proporcionado por un abanico.
Introducirá su pene vendado en un tubo hecho con una lámina de papel de lija.
Las rótulas serán suavemente golpeadas con un mazo de oro.
Tres veces al día, se inyectará en el brazo izquierdo una dosis justa de mescalina.
Transcurrida una semana, se introducirá al iniciado en el laboratorio del Gran Tatuador, que tatuará en su espalda la huella aumentada de su dedo pulgar, al tiempo que, dirigiéndose a él, le dirá:
¡Convierte lo frío en cálido, lo blando en duro!
¡Lo fluido en sólido!
¡Lo áspero en liso!
¡Lo hiriente en amoroso!
Y viceversa.
Sin que al mismo tiempo la vista tenga tiempo de informar al tacto.
Mediante una operación de desorientación, mistificación y convocación del pánico, han de romperse los hábitos utilitarios del tacto.
¡No os olvidéis de que todo el cuerpo es una gran zona erógena!
¡No hagáis la ropa de la cama!
¡No salgáis de la cama en invierno!
¡Ocultaos bajo edredones en las noches de agosto!
¡No rehuyáis la ipsación!
¡No reparéis las suelas de los zapatos!
¡No orinéis antes de iros a dormir!
¡Rechazad todo, pero poseed todo!
¡Amad a los insectos!
¡Acabad exhaustos!
Pues solo privado de su función utilitaria, el Tacto, atraído continuamente hacia la experiencia y la conciencia de sí, puede en un momento determinado rebasar los límites de su existencia y, sin apenas darse cuenta, comenzar a hablar el lenguaje del poeta.
Artículo extraído del libro del creador, cineasta, animador
y abanderado del surrealismo checo Jan Svankmajer
Para ver, cierra los ojos, recién publicado por Pepitas de calabaza
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